Cadáver exquisito es un juego por medio del cual se ensamblan colectivamente un conjunto de palabras o imágenes; el resultado es conocido como un cadáver exquisito o cadavre exquis en francés.
Es una técnica para crear historias por medio de colaboraciones de varias personas. cada persona va hacer su propia aportación, ya sea una frase, palabra o un párrafo, todo inventado y a continuación la siguiente persona tendrá que darle continuidad al relato, hilar la parte que ha escuchado con lo que el va a contar.
En clase hicimos un ejemplo de esto. El profesor eligió a unas 20 personas y entre todas, crearon un relato, dándole un principio, nudo y desenlace sobre la marcha.
El ejemplo de clase no lo copié puesto que iban muy rápido hablando, pero encontré en otro blog, el ejemplo de esto mismo pero de otro año y este es el resultado:
Era una noche un tanto fantasmagórica. Todo daba miedo, y el perro no paraba de temblar. Las raquíticas ramas de los árboles se quebraban con facilidad mientras una densa niebla se formaba entorno a mí. El frío entumecía mis músculos y mis ideas, y entonces vi la cara de un león. Pero lo que importaba no era el destino, sino el camino recorrido. Por lo pronto encontraron un lugar donde alojarme. Resultaba una broma. Las avenidas se ramificaban ausentes; mientras yo caminaba y pensaba en lo que me habían dicho antes: el pájaro es la clave... Si lo pierdes de vista no habrá nadie quien te guíe.
Por esto perdí a mi mejor amigo en la guerra. Así que fui corriendo hasta la gente y de repente vi algo que me dejó perplejo. Un hombre hacía el pino rodeado de palomas. Estas le rodean piando y organizando tal escándalo para arrancarle los ojos. Pero él sabía que no lo lograrían, ya que tenía los ojos de cristal. Así que le robó el Sharingan, porque era algo muy típico de su familia. Mi familia era de una época muy antigua. Me la traje de uno de mis viajes al pasado. Estaba asustado, era la primera vez que viajaba a aquella época, pero iba acompañado de ella, así que estaba tranquilo.
Un extraño sentimiento se apoderó de su ser y no sabía por qué, pero se encaminó hacia la estación con las manos vacías y sin rumbo fijo, solo viajar. Metió sus lápices de colores y sus acuarelas en la maleta, y empezó a caminar. No pesaba mucho, pero le costaba tirar de la maleta, como si llevase mil piedras dentro. Pese a todo, decidí que ya no importaba: podría soportar lo que me echaran, porque me sentía feliz; estaba a su lado, con su sonrisa, su voz tan calurosa... Le quería y no importaba nada. Y fue en ese apogeo sentimental momentáneo que estaba sintiendo cuando afrontó la verdad, que no quería creer. Ahora ya creía en todo, y entonces sí que pude soportar todo lo que me echaran, por siempre y jamás.